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El creyente tiene un gozo espiritual, un estado del alma que evidencia el carácter cristiano, que no está sujeto a los vaivenes de la vida, sino por el contrario se apoya en la esperanza de la gloria de Dios. |
¿Qué es lo que sucede en el corazón del creyente, que en medio de las dificultades puede elevar una canción a Dios? ¿Cuál es la razón para ese gozo espiritual que marca una diferencia con el resto del mundo?.
Sería injusto pensar en el gozo del creyente como algo inexplicable, o irracional. Es cierto que el gozo es parte del fruto del Espíritu Santo, por lo tanto es algo sobrenatural; sin embargo esto no quiere decir que no tenga explicación. En la Biblia encontramos una serie de razones para el gozo, que al analizarlas, nos permite descubrir en primer lugar lo que no es el gozo del cristiano.
Lo que no es el gozo
En el mundo en que vivimos, existe la sensación de que la alegría está íntimamente ligada al éxito personal. Si las cosas nos van bien estamos exultantes, si todo nos es adverso, entonces somos presa de la depresión. Será por eso que en estos tiempos de recesión y crisis en todos los órdenes de la vida, muchas personas se sienten abatidas, preocupadas y sobrellevando inclusive los trastornos que esta situación produce en la salud. Tener una visión del gozo con estas características genera en el corazón de las personas, incertidumbre y ansiedad, que por supuesto no conduce a la verdadera felicidad.
Por otra parte, están aquello que piensan que uno debe ser optimista sea como sea. No importa si las cosas nos son desfavorables, debemos siempre mirar el futuro con optimismo, como si esta actitud fuese la determinante de la felicidad. Si bien hay personas que han hecho de esta postura un culto de vida, y respetamos su pensamiento, no podemos dejar de observar que las cosas no cambian simplemente porque nosotros las miremos de otra manera.
También existe una variante en esta forma de pensamiento, y es que a la felicidad hay que buscarla, ignorando todo aquello que nos rodea; por eso podemos ver a muchos jóvenes tratando de disfrutar el momento, ya que ellos creen que allí está el verdadero gozo; aunque el final es por todos conocido.
Pensando en el gozo cristiano, observamos que hay creyentes que lo entienden de acuerdo a los parámetros que hemos mencionado. Para algunos, si hay bendición en la vida hay gozo; para otros el cristiano es un optimista irremediable, o finalmente para otros el creyente debe sonreír sin importar la circunstancias. Analizando detenidamente el tema, encontramos que el gozo es muy diferente a lo que el mundo piensa, por lo menos hallamos dos factores importantes a tener en cuenta.
El gozo y la esperanza
Las circunstancias no son halagüeñas para Pablo y Silas, sin embargo luego de ser azotados cruelmente y encarcelados injustamente, oran y cantan himnos a Dios en señal de confianza y gozo espiritual (Hechos 16:25), ¿es que tienen un ataque de optimismo, o han tomado la decisión de ser felices cueste lo que cueste?. Creemos que no, lo que sucede es algo bien diferente: ambos tienen su esperanza puesta en Dios.
Mirando en la Biblia hallamos el artífice fundamental del gozo del cristiano: El Señor Jesús (Fil. 3:1 / 4:4). Además encontramos que el gozo es completo en la presencia de Dios (Sal. 16:11), y que su Palabra es motivo de felicidad para el creyente (Sal. 119:111). Servir a nuestro Dios es una tarea que lejos de agotarnos, conduce al gozo espiritual (Hechos 13:52) y nos damos cuenta que es posible en medio de la prueba vivir una vida de gozo (2ª Cor. 6:4-10). Justamente allí es cuando descubrimos que la esperanza juega un papel fundamental. Es fácil cantar cuando la paz y la seguridad reinan, pero experimentar gozo en la adversidad es muy distinto.
Quisiéramos observar dos ejemplos. En 1ª Tesalonicenses 4:13-18 Pablo habla acerca de la venida del Señor, recomendando a los creyentes a no entristecerse como "los otros que no tienen esperanza", dando a entender que el creyente no está llamado a sonreír permanentemente, sí a tener una visión clara del futuro, y a ejercitarse en la esperanza. Aquí encontramos una gran diferencia, el creyente tiene un gozo espiritual, un estado del alma que evidencia el carácter cristiano, que no está sujeto a los vaivenes de la vida, sino por el contrario se apoya en la esperanza de la gloria de Dios.
En segundo lugar consideramos Santiago 1:2-6: el apóstol nos exhorta a tener "sumo gozo" cuando nos hallemos en diversas pruebas, no porque el cristiano es una persona que halla satisfacción en el dolor, sino por el contrario es aquel que soporta la prueba porque mirando hacia adelante conoce que el objetivo del Señor es el crecimiento, la madurez plena. En el mismo sentido, Pedro en su primera carta refiriéndose a las pruebas a la que nuestra fe está sometida, nos llama a mirar el día glorioso de la manifestación de Jesucristo, es decir una vez más la esperanza desarrolla su rol, no para un optimismo basado en la buena voluntad, sino en la certidumbre fundada en las promesas de Dios. Pablo dice a los romanos "la esperanza no avergüenza", y ¡cómo habría de hacerlo!, si en realidad es el motor del gozo en nuestros corazones.
El gozo y el perdón
También se dice en el mundo, que las personas pueden ser felices, no importa lo que se haga; si uno encuentra placer, es suficiente para hacer un análisis de la conducta. Sin embargo volviendo a las Sagradas Escrituras podemos ver que la idea de Dios es muy distinta: aquel que pecando encubre su falta, no puede hallar prosperidad (Prov. 28:13).
Consideremos a David luego que su pecado fuera descubierto por el profeta Natán. En el Salmo 32:3,4 declara el dolor interior producto de su iniquidad, mientras que en el Salmo 51:12 hay un clamor que se levanta hacia el cielo: "vuélveme el gozo de tu salvación". Es claro que en una conducta de pecado, podrá existir alguna felicidad pasajera, un espejismo propio de las artimañas de Satanás, pero tengamos por seguro que de ninguna manera habrá gozo espiritual.
¿Cuándo regresa el gozo espiritual al corazón del creyente que ha pecado?. Sólo cuando el pecado ha sido juzgado y perdonado, por eso el salmista dice claramente: "Bienaventurado (dichoso) aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado" (Sal. 32:1). Los creyentes sabemos que si "confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad" (1ª Jn. 1:9)
El mandato de Dios para los cristianos
En la serie de recomendaciones finales en 1ª Tesalonicenses 5:16, el apóstol Pablo manda a los creyentes a estar siempre gozosos, animándolos a vivir una vida de regocijo espiritual. Podríamos decir que este mandamiento bíblico es inaplicable en nuestras vidas, teniendo en mente las tantas dificultades y presiones que vivimos en estos días.
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