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Dios queriéndonos llevar a un plano superior, nos invita a que dejemos de hacer "lo bueno" y comencemos a hacer "lo perfecto".
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Para que el Espíritu Santo pueda establecer su perfecta unidad en el cuerpo de Cristo, necesita trabajar con cada uno de nosotros en forma particular y profunda.
A todos nos es fácil reconocer verbalmente que cuando llegamos a Cristo, traemos un gran "equipaje" repleto de "formación" o "deformación" que hemos recibido. El verdadero problema se inicia cuando el Señor se encarga de abrir ese "equipaje" frente a nuestro rostro, para quitar todo aquello que le impide la formación de la mente de Cristo en nosotros. En ese momento nos damos cuenta, que todo aquello que nos ha sido tan fácil de reconocer en forma verbal, es muy difícil hacerlo en forma real.
Esa fue la razón por la que Salomón siendo inspirado por Dios escribió esta declaración: "Hay camino que el hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte" (Pr. 14:12). Estas palabras revelan que el ser humano es un "obstinado cabeza dura"; no cesa de andar en el camino ideado por él, hasta que el fracaso lo sacude con un tremendo golpe y entonces, vuelve en sí. Tarde o temprano, en algún momento de la vida esa clase de derrota es necesaria y aunque no lo parezca, es una bendición. Digo esto, porque de ese modo se abre el camino para el total cumplimiento de lo que dice la Palabra: "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu" (Pr. 16:18).
Hay infinidad de decisiones, afectos y formas de ser que las consideramos como nuestras grandes virtudes. Uno de los días más difíciles de mi vida, fue cuando un varón de Dios me enfrentó con estas palabras: "Daniel, lo bueno que hay en ti, es lo malo que hay en ti". De más está decir, que no sólo quedé perplejo, sino que me dio mucha vergüenza reconocer que no entendía nada de lo que me estaba diciendo. Al concluir esa expresión, hizo lo correcto, se fue dejándome solo y sin darme ninguna explicación. Este hombre de Dios sabía que lo que yo necesitaba no era una torpe explicación humana, sino el verdadero significado de esta afirmación que sólo el Señor podía revelarme. Arrepentirse de lo malo es lo más lógico del mundo, pero nadie piensa que también es necesario arrepentirse de lo bueno.
Reconocer lo malo que hay en nosotros ante el Señor para que Él trate con eso y lo quite, es muy fácil. El inconveniente comienza cuando somos confrontados a que no es lo malo, sino lo que creemos bueno, lo que le impide al Espíritu Santo hacer su obra entre nosotros. Hay una frase muy común que dice: "Lo bueno es enemigo de lo mejor". Si aplicamos este concepto a las cosas espirituales, somos confrontados con un refrán que encierra una verdad mucho más profunda: "Lo bueno es lo malo que estorba lo perfecto". Intentar con todas nuestras fuerzas vivir unidos como hermanos porque el Señor lo ordena, es "bueno". Permitir que el Espíritu Santo trate con el otro "yo" y nuestra "carne", formando la mente de Cristo para elevarnos al nivel en que podamos experimentar el amor de su "esencia" es "PERFECTO".
Desechando lo bueno
Aquello que el Señor está tratando con nosotros el día de hoy, es lo mismo que trató con sus siervos en todas las épocas. Abraham fue considerado por Dios su amigo y también el padre de la fe. Para llegar a esas dos condiciones, experimentó el trato directo de Dios, que deshiciera "lo bueno" en él, para que pidiera entrar en lo "perfecto". "Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra que te mostraré..." "Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y LOT FUE CON ÉL..." (Gn.12:1 y 4°, énfasis añadido).
Estas palabras muestran la específica orden del Señor a Abram, donde además de dejar su tierra debía abandonar "su parentela". Abram tenía un hermano que había muerto (Gn.11:27-32). Cuando por obediencia a la orden de Dios Abram se preparó para salir de su tierra, se llevó con él a su sobrino Lot, hijo de su fallecido hermano Harán. Ante los ojos humanos, este gesto paternal de Abram fue lógico, o "bueno", una gran actitud de "sana responsabilidad familiar". Sin embargo Dios le había dicho: VETE DE TU PARENTELA. Es necesario destacar que la orden del Señor a Abram, representa un cambio rotundo en la estructura de su mente, que afectaba aún lo que para él era "bueno". Este cambio fue tan profundo, que Abram no logró asimilarlo de una sola vez.
Es necesario observar con detenimiento, aquellos inconvenientes que Abram debió atravesar por haberse llevado a Lot. El texto bíblico nos introduce al primer incidente en el que Abram se halló involucrado por una contienda entre sus pastores y los de Lot. Para acabar con los altercados, Abram le pidió a Lot que eligiera el lugar en el cual iba a vivir. Lot, en vez de permitir que sea su tío quien lo hiciera primero, por respeto y reconocimiento a su bondad, hizo todo lo contrario y eligió lo mejor, toda la llanura del Jordán para sí (Gn.13:10-15). Más tarde, Abram se vio obligado a armar a los criados de su casa para librar a Lot y su familia que habían sido tomados prisioneros por manos enemigas (Gn.14:12-16).
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